Born to Be Blue
Born to Be Blue
“Born To Be Blue” de Robert Budreau busca, de manera refrescante, lo que significó el carisma de Chet Baker y cómo operó. Aparte del talento, había algo en la imagen de Baker (el pelo de James Dean, el hermoso rostro anguloso, la mandíbula prominente) que atraía al público.
Sus dotes como artista no están en duda, ni su uso franco de heroína durante décadas. Así también como el desmayo que lo llevó a la muerte desde la ventana de un hotel en Ámsterdam en 1988.
Pero a diferencia de otras películas biográficas de artistas famosos drogadictos, “Born to Be Blue” trata de entender de qué se trataba exactamente la personalidad de Baker.
La película no salta hasta el final de su vida, señalando puntualmente eventos bien conocidos. En cambio, se centra en el período de las décadas de 1950 y 1960 cuando Baker se convirtió en un emblema de lo que se conocía como jazz de la costa oeste.
Una anomalía debido al color de su piel, pero abrazado (en algunos casos a regañadientes) por los gigantes del jazz de la época. : Dizzy Gillespie, Miles Davis, Charlie Parker.
El film muestra a Baker destripando su camino de regreso después de que le rompieran los dientes frontales en 1968 en circunstancias misteriosas.
La película está protagonizada por la actuación de Ethan Hawke, una actuación que comprende el atractivo de Baker.
Los demonios de Baker y su eventual falta de voluntad para luchar contra esos demonios. Así como una exploración de lo que estaba más allá del control de Baker. Es decir, su carisma: surgió naturalmente, una bendición y una maldición.
La película tiene muchos de los elementos familiares de las películas biográficas musicales, pero está tratando de hacer algo diferente. No siempre tiene éxito, pero el intento es un cambio bienvenido.
Texto: Sheila O’Malley
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